Llegó el momento de despedirnos
«Llegó el aviso de que estabas mal herido y fuimos a rescatarte y allí te encontrabas atropellado en el duro asfalto. Tu mirada suplicaba ayuda. Eres tan bueno que ni mala cara ponías cuando te miraban por primera vez tus graves heridas. Después de varias radiografías no sabíamos por donde cogerte, tenías la cadera luxada y tus dos fémur rotos. Ambas patitas traseras tenían tejidos necrosados, incluso músculos completos. Pedimos ayuda urgente para poder operarte y llegó tu ayuda.
Te operaste y estuviste algunos días ingresados, pero tenías tantas ganas de vivir tu nueva vida que te recuperaste antes de lo previsto y tu acogida aun no estaba preparada, y así llegaste a mí, aquel 19 de enero. Te recogí del veterinario y ya me agradecías con tu mirada solo mi presencia. Tenía que hacerte dolorosas curas diarias para que te recuperases, además de inyectarte tu antibiótico y antiinflamatorio. Todo comenzó bien, incluso hacías caca en el arenero con tus empapaderas, aunque aun te hacías pipi encima. Comenzaste a andar con tus cuatro patitas, y un día de repente una de tus patitas de torció. Fuimos al veterinario y nos dieron la primera mala noticia, tu hueso había rechazado la placa que te habían puesto y había que volver desde el principio con esa patita.
A los días te volvieron a operar, te pusieron de nuevo bien la placa, pero era una fractura complicada por su situación en el hueso. La patita volvió a rechazar de nuevo la placa. Tu otra patita ya estaba recuperada sin puntos. Tu piel que fue agredida en aquel accidente se había recuperado, pero tu patita seguía mal, la infección había llegado al hueso.
Esto no podía quedar así ya que había que sanear el hueso por la gran infección que tenía en su interior. Hubo que operarte por tercera vez en apenas un mes y medio. Como un campeón saliste también de ésta. Ésta vez te pusieron dos agujas, pero el hueso estaba tan débil que tampoco agarró. Y tu patita se torció de nuevo. Tú te morías de ganas por jugar con tus compis de acogida, pero aun no estabas recuperado. El veterinario decidió dejar un tiempo descansar el hueso para que se recuperase. Empezó a soldarse sólo de la forma en que se desplazó, comenzaste a hacer vida normal a pesar de que perdiste la flexión de tu patita trasera izquierda. Pero eso no iba a retener tus ganas de jugar. Comenzaste a jugar con tus compañeros de acogida que tanto te cuidaban y hacían compañía. Al adaptarte tan bien con tu patita decidimos no meterte de nuevo en un quirófano que no nos aseguraba que iba a quedar bien, además de que sería tu cuarta intervención a tu corta edad.
Así has pasado los meses, con tus compañeros de acogida que se volvieron tus hermanos por todos los momentos compartidos juntos durante tanto tiempo. Por motivos personales, estuviste dos meses fuera de casa en otra acogida. Y por motivos mayores volviste a mí. Tus hermanos te recibieron con los brazos abiertos, como si nunca te hubieses ido. Y me han dado la noticia más temida por mí, te hemos encontrado familia pero no podrás estar cerquita mía, tu familia es de Alemania y ah llegado el momento de nuestra despedida.
Todas las horas de espera de noticias cuanto te operaban, las llamadas del veterinario esperando que su voz dijese que estabas bien, todas las horas de curas y caminos al veterinario, las siestas juntos, los caprichos y horas y horas de juegos llegan a su fin. Nuestros caminos tienen que separarse aunque me duela, tú te vas con tu familia a Alemania y yo tengo que seguir ayudando a los animales más necesitados. Mi “trabajo” contigo ha llegado a su fin, mi primer objetivo era que vivieses una maravillosa vida y pudieses olvidar tus días de dolor, y lo cumplimos; y mi segundo objetivo era encontrarte la mejor familia que pudieses tener y también está cumplido.
Te deseo la mejor vida que pueda existir, te adoro Currito. Siempre serás mi niño estés donde estés.
A mi acogida especial, Currito jamás te olvidaré (19-01-2015 al 21-11-2015).»