Bigotes se refugió en el único lugar donde lo dejaron, una ventana con plásticos y cartones, ahí se pasaba todo el día, lloviera, venteara o con calor. Estuvieron un mes publicándolo por los grupos de redes de un pueblo de Sevilla, la persona que lo ayudaba tenía constante peleas con su madre porque no dejaba que lo metiera en casa y nos pidió ayuda, imposible no ayudarlo.
Bigotes, un ronroneador incansable, parlanchín, le encanta enseñarte su pancita, las caricias y la comida húmeda, puede convivir con otros gatos, incluso con perros.
Negativo a enfermedades.