A Gea la sacaron en medio de una carretera del motor de un coche que se había apartado al arcén (suponemos que la escuchaba maullar) y dejada allí mismo a su suerte, corriendo aterrorizada sin saber donde refugiarse. Por suerte, una de nuestras voluntarias pasaba por allí y consiguió rescatarla, no sin trabajo, para darle techo, comida y el calor humano del que no hace daño, ese que sólo da seguridad y cariño. Nuestra Gea poco a poco va sabiendo la suerte que ha tenido y en vez de esconderse, va en buscar caricias y atenciones. Ronronea cada vez que la acaricias como un motorcito y en sus ratos de juegos es superdivertida. Gea está esperando que alguien se fije en su preciosa cara y quiera darle la oportunidad de hacerla formar parte de su familia. ¿Te animas?
Negativa a Inmuno y Leucemia.