El dueño de Merrin falleció de repente y pasó, de ser una gatita mimada y querida, a quedarse sola en el piso durante casi un año. Un familiar iba a echarle pienso y a limpiar el arenero, pero nunca intentó darle cariño por «miedo», el mismo miedo que tiene Merrin ahora.
El caso llegó a Arca a través de una voluntaria y nos rompió el corazón imaginar lo que había sufrido, así que gracias a una chica experimentada en casos parecidos, se encuentra en acogida para ayudarla a superar el miedo y la sensación de abandono.
En cuestión de semanas ha pasado de estar escondida e intentar atacarlos cuando se acercaban, a echarse en el brazo del sofá estando ellos sentados y a dejarse acariciar levemente, así que va por el buen camino, aunque aún queda trabajo por delante.