Mila apareció en el garaje de una voluntaria, cobijada bajo el coche. En vez de huir, se acercó, comió del pienso que le había echado y luego buscó sus caricias. Ante tal situación no pudo dejarla así y la recogió.
Es una gatita muy cariñosa, está en los huesos, negativa a enfermedades. Ahora está en una casa de acogida, reponiéndose poco a poco de la dura vida que llevaba en la calle.