Oliver fue rescatado en un pueblo de Sevilla por una voluntaria. Apareció empapado y muy asustado. Tenía unas diarreas muy fuertes. Cuando lo llevamos al veterinario para tratar la diarrea, vio algo raro y quiso hacerle una radiografía. ¿Cuál fue nuestra sorpresa? Tenía múltiples fracturas en la cadera y en el sacro. Esta fractura hacía que no controlase sus esfinteres, había que vaciarle la vejiga manualmente y la caca se le salía por rebosamiento por lo que tenía las patas traseras y sus genitales en carne viva por la acidez de la caca. Se le puso medicación para las diarreas y para el dolor. A los pocos días mejoró considerablemente y empezó a hacer pipi solito y la caca iba endureciendo. Nos derivaron a un neurólogo especialista para valorar si Oliver volvería a controlar la caca y si habría que operar. Le hicimos un tac y todo parecía favorable. Mientras pasaban los días para verlo en persona la neuróloga y valorar el tipo de operación que habría que hacer, Oliver empezó a controlar la caca y a hacerla en el arenero. Al ver tal mejoría, comenzamos a retirar medicación hasta quedarse sin ella. Tras varias semanas sin medicación seguía bien. Y en su última revisión, descartaron la operación por encontrarse tan bien.
Oliver es un gato 10. Muy agradecido y mimoson, le encanta la compañía y estar siempre pegadito. Le encanta jugar con sus compis gatunos y humanos. Se lleva bien con gatos, perros y niños. Sabe usar el arenero y el rascador.
Negativo a inmunodeficiencia y leucemia felina.