De la vida anterior de Pelusa no sabemos nada. Empezamos a conocerla cuando nos pasaron el aviso de un perro que merodeaba porlos jardines de un hospital de Sevilla. Allí varias personas le dejaban comida pero ella no se acercaba jamás a nadie, en el momento que alguien lo hacía huía despavorida, atravesando una gran avenida de mucho tráfico. Colocamos la jaula trampa y, después de muchos días, entró.
En el refugio ha perdido ese pavor a la gente, se acerca y sólo quiere caricias y jugar con los oltros perros. Es una perra extremadamente dulce.