Este pequeño se encontraba vagando por un pueblo de Sevilla, no se dejaba tocar, pero gracias a su compañera de aventura, Enda consiguieron cogerlo. Tenía una cuerda alrededor que le estaba causando mucho dolor, por eso su miedo al ser humano. Ahora comienza su nueva vida donde espera una familia que le dé todo lo mejor del mundo.
En poco tiempo ha cambiado muchísimo, se muestra confiado, le encanta comer de tu mano y que le des unos mimos, ahora es un perro feliz.